A veces las distancias no son esos numeritos que aparecen en la ruta, kilómetro 182mil de casa. No. A veces la cosa se complica más. A veces cosas que no querés enterarte te llegan de toque, igual que si estuvieras en tu casa. A veces por más que tengas a una persona al lado tuyo, la tenés a años luz en realidad. A veces necesitas un abrazo de cierta persona y así sea que estes en Castelar, Mar del Plata, Chapadmalat o La Quiaca, no lo teneés. Igual está bueno desearlo, porque cuando llega el día de que te den ese abrazo tan querido, te llena el alma. Eso es lo que quiero, un abrazo, uno específico, sé de quién. Quiero llegar a casita, ordenar las cosas, pasar el día de colegio y encontrarme con ese abrazo, con ese cariño, con ese apooyo. El saber que alguien está ahí para mí, es un tranquilidad tan grande. Que no sé estar sola, ya lo sé. Que no me puedo callar la boca y hablo de más, lo sé. Que actúo sin pensar y muchas veces me equivoco, también lo sé. Lo mejor es que todos lo sabemos, y esas personas que están al lado mio, esos tantos abrazos que tuve, tengo y espero seguir teniendo,  me conocen así, tal cual soy, y están ahí igual! Me odiarán, me putearán, me molestarán y me dirán muchas cosas que saben que, la mayoría de las veces, no voy a hacer caso, pero están igual. Esos amigos, esa mamá, ese Emi (sí, la raza del Gran Emi) y esa velita encendida que siempre una tiene que tener, que mal o bien pasa unos cuantos momentos con vos y mientras está, te banca a muerte. Gracias a esa gente hoy soy lo que soy, a esos abrazos bien dados, en los momentos justos, esperados, qué buenos abrazos! La verdad, ahora necesiito uno de esos, pero con sólo pensar todo esto la bronca, la angustia y la frustración que tenía hasta hace un ratito, se me fue pasando. Qué poderosos que son, que aunque esté a cuatrocientos km o más (la verdad que no tengo ni la menor idea) siento esos abrazos acá, ese calorcito. La distancia puede ser sólo un numerito, creo que está en cada uno encontrar la forma de que esto sea así.