25.2.10

Él la tomó por la cintura, con esa fuerza de amante superior a la que puede podía percibirse en su figura.
Ella lo miró, con sus ojos suplicantes de cariño. Un cariño que bien sabían ellos, él nunca iba a poder dar.
Juntos, nuevamente. Tentando al destino, jugando a la ruleta rusa de la soledad.
Ahí no más ella se acercó a su oido, en susurros dijo que lo quería y emprendió retirada. Él la tomó por el brazo en un intento de reterla. Voltió. Se miraron otra vez, sonrieron. Ambos supieron que ese instante perduraría en su memoria por el resto de sus días, pero que había llegado el momento de cerrar el capítulo.

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